Capitulo 13 de Trilogía Christalidah: Mundos Paralelos

Piensan que soy tonto, que no me doy cuenta que algo no está bien, están tramando algo y cuando lo descubra no vivirán para lamentarlo.
Ya estoy harto de que me tomen por idiota, si fuera tan idiota no tendría a todos en mis manos, no sería dueño de esos infelices. ¿Qué creían? ¿Qué iba a dejar que solo ellos tuvieran todo lo que soñé, mientras me muria por conseguir algo de comer, por darle a mi madre un techo y algo malditamente decente para echar a la boca? No, yo me merecía algo mejor, mi familia merecía algo mejor que eso.
Por culpa de eses infelices mi vida fue una miseria, crecí sin padre, luchando para mantenernos a flote, mi madre partiéndose el alma porque mi padre no estaba.
No permitiré que vuelvan ni por asomo al palacio, yo voy a tener a todos, no le temo a nada, ni a nadie. Yo y solo yo gobernaré.

- Señor, lo necesitan en el salón de conferencia. – me habló Armando Kiscosh, más que un amigo mi fiel sirviente, se siente bien ocupándose de mí, no le puedo quitar la satisfacción.
- Ya voy – en realidad iba porque quería, una de las ventajas de tener a todos por debajo de ti era que podías hacer lo que quisieras y nadie se quejaba y quien lo hacía no vivía para repetirlo.
En el salón me esperaban los imbéciles del consejo, tenían que agradecer que los tuviera conmigo, solo porque mostraron lealtad o tal vez miedo, a este punto me da lo mismo.
- Señor – dijeron todos poniéndose de pie.
- ¿Qué quieren ahora? - me tenían harto.
- Hemos detectado movimientos extraños en la ex -familia real. – esto me interesaba, ya sabía que no se iban a quedar de brazos cruzados.
- ¿Cuáles? – me senté en la silla principal, mi silla.
- Hemos visto a la Princesa Samara, ex –princesa – se corrigió al verme elevar un ceja – los guardias la han visto conversando con la Srta. Tadhilei Amaranti, siempre tratan de verse a escondidas, es todo muy sospechoso.
Tadhilei Amaranti, el amor de mi vida, no puedo creer que sea capaz de traicionarme, no ella, supongo que no puedo sorprenderme, me abandonó, no quiso seguir mis sueños a mi lado. Todo lo que hizo fue abandonarme cuando más la necesitaba, pero aun así no podría matarla, no a ella.

- ¿Tadhilei la buscó a ella? – pregunté al pequeño rechoncho de Pavels Dontrot, en verdad aborrecía al hombre y que me estuviera dando esa noticia no ayudaba a simpatizarme.
- Por los informes que tenemos, si – el hombre estaba nervioso, me gustaba verlo cuando estaba nervioso, empieza a transpirar y su cara se tornaba roja, tal cual cerdo.
- Quiero vigilancia permanente para todos esos imbéciles y también para Tadhilei, pero quien le cause aunque sea un rasguño se las verá conmigo, personalmente.
- Sí, Señor – el cerdo tragó con dificultad.
- No me defrauden. – dije dejándolos atrás.

- ¿Cree que Tadhilei esté tramando algo, Señor? – preguntó el perro faldero de Armando.

- Más le vale que no, no quisiera hacerle daño, tú más que nadie sabes que no. – asintió y se alejo por el pasillo cuando entraba en mi cuarto.
Los recuerdos me estaban carcomiendo, loas recuerdos de cuando los tiempos eran más fáciles, cuando todo lo que tenía en mente era a Tadhilei, cuando respiraba por ella, cuando moría por ella. Saqué su foto de mi buró, estaba tan hermosa en esa foto, habían pasado 5 años desde la última vez que la vi, no la había visto en todo ese tiempo y su presencia en mi mente todavía dolía, ¿estaría más cambiada, más madura, más elegante, más hermosa? No me había atrevido a verla porque no me podía permitir debilidad en estos momentos, no cuando todos estaban esperando que me debilitara.
Pero si en verdad estaba conspirando contra mí, sabía que el momento de verla se estaba acercando.